¿Cómo y para qué hacer un clúster?: el caso de la ciruela industrial en el sur de Mendoza
Con la mirada puesta en agruparse y a través de esa cercanía conseguir una mejora en la producción y calidad en el producto, el clúster de la “Ciruela industria” en el sur y sudoeste de Mendoza puede ser un caso testigo para otras producciones del agro argentino.
Si bien se conformó en 2019 y ese año obtuvo una estructura formal, la intención de más de 2.500 productores de ciruela de las zonas productivas de San Rafael y General Alvear siempre estuvo ligada a apuntalar la producción y mejorar en escala, abrir mercados y afianzar los que ya existían.
Pero las intenciones previas a ese año de armar un clúster de la ciruela industrial chocaban una y otra vez con una realidad frecuente no solo en el agro, sino en casi todas las actividades económicas que requieren vinculación entre distintos actores.
“Durante muchos años hubo intentos de asociación de parte de los productores y los industriales. Todos terminaron fracasando en su mayoría porque entraban en peleas de precios o cuestiones comerciales en vez de focalizarse en los aspectos técnicos”, le explicó a Infocampo Delia Paola Urfalino, doctora en alimentos e ingeniera química de profesión, hoy investigadora en el área de deshidratados de frutas y hortalizas del INTA Rama Caída, en San Rafael.
EL PLAN DE LA CIRUELA MENDOCINA
Urfalino y el resto de los profesionales del INTA vinculados a este cultivo en la zona proporcionaron conocimientos para la idea que desde la órbita de Gobierno se buscó “bajar” a la producción hace ya 5 años.
En ese momento se había obtenido financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y gracias a ello se armó un Plan de Mejora Competitiva para la actividad.
El armado de un clúster que direccione las políticas hacia el sector y, en contrapartida, facilite la obtención de información desde allí, fue el gran objetivo inicial a lograr.
“Nos lo ofrecieron de parte del Gobierno, en 2019. Dicho clúster en un principio ‘venía armado’ para que se junten los productores, los industriales y todas las instituciones públicas y privadas que acompañaban al sector. A partir de allí se organizó con un coordinador con el que se definió un temario no comercial sino tecnológico, de calidad e integración con diferentes mercados”, contempló Urfalino.
Ahora, el INTA participa junto al SENASA y los privados, por ejemplo, de la apertura de nuevos mercados y la correspondiente confección de datos para la aprobación de protocolos de sanidad que exigen los países de destino. El mercado chino es uno de los grandes objetivos.
Argentina vive de cerca el pulso exportador que globalmente hoy lo marca Chile, el país que más exporta ciruela para la industria. Sin embargo nuestro país sigue de cerca a los productores trasandinos, los de Francia y los de Estados Unidos.
Estos dos últimos mercados tienen un elevado consumo interno del producto, y de hecho el clúster mendocino suele comercializar hacia allí. Por eso Chile, de menor requerimiento local, termina por dirigir su producción hacia el Exterior y lleva hoy la delantera.
Urfalino explicó de qué se trata el flujo comercial hacia los Estados Unidos. “Un producto semielaborado como la ciruela deshidratada con carozo se la seca en un 20% de humedad. Y ellos terminan de elaborarla, la tiernizan y la descarozan. También una de las partes comerciales que hacemos es mandarlas como producto terminado y tiernizado, descarozadas, en cajas de 10”, comentó.
“EL CLÚSTER TE ORDENA MEJOR”
Oficialmente, en la página del clúster se explica que “el Oasis Sur abarca los departamentos de San Rafael y General Alvear en Mendoza donde se concentra la mayor producción de ciruela para industria del país”.
Se trata de una superficie total de más de 10 mil hectáreas cultivadas donde se producen anualmente 75 mil toneladas en fresco, mientras que la producción primaria en secos es de 25 mil toneladas.
Hoy el clúster agrupa a:
- 2500 productores
- Más de 100 establecimientos de secado
- Más de 20 empresas exportadoras
Uno de los puntos destacados por la profesional es que el armado en clúster le permite a las autoridades políticas de turno comprender de manera más efectiva las necesidades de determinados sectores de la producción.
“El hecho de tener un coordinador de clúster, rentado y ya elegido por la cadena donde todos los privados tienen su voto, facilita la identificación”, señaló.
De ese modo tanto productores como industriales van rotando la presidencia del clúster. Y las universidades y el INTA participan con voz, pero no con voto: el hecho de no ser una de las partes que financia a la producción es lo que define el poder de decisión, que al menos en este formato de clúster sigue estando en el pulso emprendedor de los privados.
En materia de logros, para la referente del INTA el más importante es de que la cadena haya logrado, tras 20 años de estar ausente, volver al seno de la IPA, la International Prune Asociation.
“Nos habíamos quedado afuera y allí se da un intercambio técnico mucho más fluido, con estadísticas de mercado actualizadas. También logramos un censo que prontamente presentaremos en un congreso de la actividad, y todo esto nos encamina mejor para cuando se requieren financiaciones”, enumeró.
“Desde el INTA afrontamos el desafío de cómo asistir a los productores para que lleguen en tiempo y forma. Y al sector industrial haciendo desarrollos tecnológicos, que siempre los probamos primero en nuestro laboratorio y después en la planta piloto, para después en la industria hacer los ensayos. Porque es una industria ya totalmente abierta”, cerró Urfalino.