El mecánico de la ‘4×4’: quién es el hombre detrás de los números y el balance de YPF
Hace un año, la inauguración del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GPNK) marcaba un hito. Era el punto final a una obra de 573 kilómetros, en cuyo momento de mayor ocupación requirió a 4000 personas y que se ejecutó en siete meses, plazo inéditamente corto para un proyecto de infraestructura de esa magnitud. Ese caño -clave para la industria energética del país- lo era especialmente para Techint. Involucró a todas las empresas del mayor grupo industrial de la Argentina.
El “morocho” -como llamaban internamente al GPNK, por el color de su exterior- demandó un trabajo de coordinación y articulación interna titánico, colosal. Fue, también, un punto cumbre en la carrera de Federico Boarroetaveña, Chief Financial Officer (CFO) de Techint Ingeniería y Construcción, desde 2017 hasta ese momento. ¿Por qué “hasta ese momento”? Porque, casi sin descanso, dos meses después de que se abrió la llave del gasoducto, el ejecutivo puso fin a casi tres décadas al servicio de los Rocca para mudarse al piso 32 de la torre de YPF en Puerto Madero y gestionar las finanzas de la empresa más grande del país.
Otra vez, tiene en el horizonte otro milestone, más complejo y también trascendental -incluso más- para el futuro energético y económico del país: la construcción de una planta de gas natural licuado (GNL), calculada en US$ 50.000 millones, “la mayor inversión en la historia d ela Argentina”, en palabras del propio CEO de YPF, Horacio Marín. Otro ex Techint, que lideró una migración de hombres de Rocca que incluyó a Gustavo Gallino, ex CEO de Techint Ingeniería y Construcción, hoy VP de Infraestructura de la petrolera.
Sin embargo, Barroetaveña -contador público (UBA), con posgrados en Harvard y Wharton- no ganó el premio al CFO del Año de la revista Apertura y El Cronista, con la colaboración de Deloitte como main sponsor, por lo que va a hacer, sino por lo que hizo. Que, en 10 meses, fue mucho.
El 7 de marzo, Marín develó su estratégico “plan 4×4”, llamado así por el doble objetivo de cuadruplicar, a US$ 25.000 millones, el valor bursátil de la empresa en cuatro años. Para eso, YPF se convertirá, en palabra del CEO, en una compañía “shale de clase mundial”, con la ambición de lograr records de producción de gas y petróleo y ser gran exportadora de hidrocarburos tan temprano como 2030.
En tal sentido, invertirá US$ 3000 millones en Vaca Muerta, el mayor desembolso de toda su historia, informó la empresa. El programa tiene cuatro pilares. El primero es la aceleración de la producción de petróleo no convencional, de 97.000 barriles de petróleo diarios en 2023 a 250.000 en 2027. El 80 por ciento de la producción total de petróleo será no convencional.
El segundo pilar es la disciplina financiera en la gestión de inversiones. YPF, informó, priorizará las apuestas de mayor rentabilidad, en búsqueda de maximizar el valor para sus accionistas. En febrero, el directorio aprobó un plan de optimización de yacimientos convencionales maduros. Bautizado “Proyecto Andes”, contempló la salida de 55 bloques convencionales, que representan el 60 por ciento de la producción de petróleo convencional y el 40 por ciento de gas (también convencional) y menos del 1 por ciento del ebitda.
De esta forma, YPF comunicó que su objetivo es racionalizar significativamente sus costos operativos, reduciendo un 50 por ciento el lifting cost en dos años y redirigir US$ 800 millones de inversiones al desarrollo de Vaca Muerta.
El tercer punto del plan es maximizar las eficiencias operativas en sus negocios. El objetivo en upstream (exploración y producción) es mejorar las eficiencias operativas en la perforación y fractura de pozos entre un 10 y un 15 por ciento en dos años. En downstream (refinación y comercialización), crecer 10 por ciento en los niveles de procesamiento de sus refinerías y reducir costos operativos que le permitan mejorar los márgenes hasta US$ 3 por barril en 2027.
Lo consagratorio, el torneo que dará el “Grand Slam” que ambiciona ganar el ex tenista Marín, es el proyecto de GNL. A la construcción de la primera planta de licuefacción para exportar gas natural licuado en la historia del país, se la definió como un “proyecto transformador” a mediano y largo plazo. “YPF espera liderar el proyecto en conjunto con otros socios de la industria”, había definido la empresa en marzo, cuando nadie imaginaba que era dudosa la permanencia de Petronas. Ahora, esa es una incógnita más -y no menor- en la ecuación. Marín busca despejarla con la incorporación de otros socios y la captura de off-takers para el GNL.
En los cuatro puntos, la mano del CFO, el responsable de la puesta a punto de esa 4×4, es fundamental. Sobre todo, porque, a los inversores, se les afirmó que YPF quiere mantener una política de prudencia financiera, con un target de endeudamiento neto entre 1,5 y 1,7 veces el ebitda ajustado. Al 30 de junio, ese indicador era 1,7x, por encima del 1,4x de un año antes. Pero logró mantenerlo en el mismo nivel que al 31 de marzo, pese a que la deuda neta consolidada, US$ 7457 millones, fue US$ 257 millones superior a la del primer trimestre de 2024.
Algún notorio antecesor de Barroetaveña dijo que ser CFO de YPF tiene mucho de banquero de inversión: además de administrar la caja y los recursos de la empresa para pagar más de 22.000 sueldos al mes y darle retornos a sus accionistas, también debe liderar colocaciones de deuda y procesos de M&A.
En el verano, ni bien asumió el actual management, YPF revaluó todos sus activos convencionales. Arrojó una pérdida de US$ 1800 millones. Eso arrastró al balance 2023 a un rojo de US$ 1277 millones, contra una ganancia de US$ 2234 millones en 2022 y de US$ 1770 millones en nueve meses del año pasado.
Andes fue intenso y exigente. No sólo por su complejidad, sino también por los plazos. Se lanzó en abril, limitado a 30 concesiones agrupadas en 11 clusters. El 7 de junio, el Banco Santander -al que YPF contrató para liderar las transacciones- recibió más de 60 ofertas, de más de 30 interesados. Durante agosto y septiembre, cerró nueve acuerdos para transferir a otros operadores privados un total de 25 áreas en Río Negro, Neuquén, Mendoza y Chubut.
Todo eso, sin descuidar los otros frentes financieros. En el rubro inversiones, quedan por delante le desarrollo de Palermo Aike, la “Vaca Muerta” de Santa Cruz. En sociedad con Compañía General de Combustibles (CGC), ya se iniciaron los trabajos de exploración, que demandan US$ 190 millones. El desarrollo masivo está proyectado en US$ 2000 millones.
Otra iniciativa clave es el oleoducto Vaca Muerta Sur. Es un proyecto de US$ 2500 millones. YPF también quiere arrear al resto de la industria. Negocia con la estadounidense Transfer Energy. Por lo pronto, ya se puso en marcha la primera etapa, que insumirá US$ 190 millones. También hay cartas de intención con otras petroleras de Vaca Muerta.
Entre tanto, el CFO vela por la caja de la empresa. Fue vital para mantener el flujo de ingresos que, en un mercado interno sin controles, YPF haya tenido libertad para ajustar precios, de forma de mitigar el impacto de la devaluación y reducir la brecha frente a la paridad de importación. Al 30 de junio, el gap con el precio internacional fue del 5 por ciento, contra un 7 por ciento al 31 de marzo y un 13 por ciento al segundo trimestre de 2023.
Esa salud financiera es crucial para cubrir inversiones -capex y proyectos de expansión- y cumplir con compromisos financieros. YPF afrontó vencimientos de capital por US$ 854 millones en el segundo semestre de 2024 -US$ 141 millones restan en el actual trimestre- y por US$ 1876 millones en 2025, el monto más alto de los próximos cuatro años. De esa cifra, US$ 1246 millones son bonos internacionales a pagar en el tercer trimestre de 2025. El siguiente vencimiento fuerte es de US$ 1188 millones en 2027. En ambos casos, el monto es de capital.
En agosto, la empresa lanzó una oferta de recompra de esos títulos, por hasta US$ 500 millones. Tuvo aceptaciones entre 20% y 30%, según el bono. Un total de US$ 540,19 millones sobre más de US$ 2700 millones -capital e intereses- de esas emisiones. En el primer trimestre, la empresa había recomprado el 40 por ciento de su Bono 2024 (US$ 346 millones).
Esas operaciones no dificultaron su captura de capital fresco. En enero, YPF golpeó fuerte la puerta del mercado internacional, con un bono de US$ 800 millones, con tasa fija al 9,5 por ciento y vencimiento en 2031, a pagar a partir de 2026. Captó otros US$ 178 millones en mayo (6 por ciento, a dos años). En este semestre, emitió a dos años, dollar-linked, por US$ 185 millones a tasa cero y se financió con pagarés por US$ 100 millones, también a rendimiento cero, con vencimientos de hasta 18 meses.
El bottom-line es elocuente. En el primer trimestre, YPF tuvo una ganancia neta de US$ 657 millones, 93 por ciento superior a la de un año antes. En el segundo, fue de US$ 535 millones, un crecimiento interanual del 41 por ciento. Eso hizo que el beneficio acumulado en el semestre sume US$ 1192 millones, 65 por ciento mejor al de la mitad inicial de 2023. Su acción cerró 2023 a US$ 17 en Nueva York. A fin de abril, perforó los US$ 20, hasta rozar US$ 25 en algunos momentos. A inicios de octubre, rondaba los US$ 22. El marketcap acariciaba los US$ 11.000 millones.
(La versión original de esta nota se publicó en la edición número 370 de la Revista Apertura, correspondiente a octubre de 2024).
Update:
Tras la salida a calle de esta edición, YPF presentó sus resultados del tercer trimestre de 2024:
- Los ingresos, US$ 5297 millones, crecieron 18 por ciento interanual, y el resultado neto, US$ 1485 millones, fue un fuerte contraste contra una pérdida de US$ 137 millones en igual período de 2023.
- Al 30 de septiembre, la deuda neta ascendió a US$ 7506 millones, 1,5x ebitda.
- La producción de petróleo shale se incrementó 36 por ciento interanual y 11 por ciento desde el segundo trimestre de 2024, a 126.000 barriles diarios. Alcanzó el 49 por ciento de la producción total de la empresa, 12 puntos antes que un año antes.
- En nueve meses, la energética acumuló ingresos por US$ 14.542 millones, un 11 por ciento más que entre enero y septiembre de 2023. El resultado neto escaló 358 por ciento, a US$ 2677 millones.
Fuente: El Cronista