En la carrera global del “vino de terroir”, ¿cuáles son las zonas de Argentina más codiciadas?
Según los datos que el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) relevó en 2023, en la Argentina se producen uvas para vino en casi todas las provincias del país. Solo Santa Fe, Formosa, Corrientes, Chaco y Tierra del Fuego aparecen, al menos por ahora, afuera de la nómina.
Naturalmente, Mendoza con el poderío consolidado del Valle de Uco en su territorio es la tarjeta de presentación para el vino argentino en el mundo. Sin embargo, por estos tiempos otras partes del país quieren, o al menos es lo que desean, salir a mostrarse como nuevas alternativas.
Aseguran que tienen los recursos naturales para hacer vinos de la misma sofisticación y valor económico, aunque la infraestructura mendocina hoy en día explica buena parte del enorme diferencial que le saca a las otras regiones.
Vinos de calidad: el plan de San Juan para recuperar protagonismo y competirle al Valle de Uco
A pesar de ello, la competencia entre las zonas persiste y el listado de Indicaciones Geográficas en el país es una lista que el INV extiende de a poco, pero sin pausa. Hay cultivos de vid desde Caleta Olivia en Santa Cruz hasta la Quebrada de Humahuaca, en Jujuy.
Por eso una de las tareas de Wines of Argentina desde 1993 es la de señalar fuera del país cuáles son las zonas de la Argentina donde se realizan vinos de calidad, con potencial comercial, y una llave que permita a los productores y bodegas ingresar a nuevos mercados.
EL VINO ARGENTINO, CADA VEZ MÁS FEDERAL
Sobre este punto, la CEO de Wines of Argentina, Magdalena Pesce, habló con Infocampo en el reciente Congreso Aapresid.
La entidad presidida por Alejandro Vigil firmó un convenio de cooperación con la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa justamente para proveerse, aún más, de datos y metodologías de precisión para el desarrollo de los cultivos.
Otra de las patas importantes del acuerdo es el de seguir compartidamente lo que Pesce nombró como “credenciales sostenibles” ante tendencias y exigencias de los consumidores externos.
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ENTREVISTA CON MAGDALENA PESCE
-Es habitual escuchar este tipo de demandas para productos como la soja, o la carne. ¿Cuál es el correlato en la producción de vinos?
-El correlato es clarísimo: ya nuestros competidores nos demandan las buenas prácticas y credenciales, y quieren saber cuál es la historia, de dónde viene ese producto. La normativa internacional y especialmente la Unión Europea nos solicita esto, y si no llevás adelante estas certificaciones y transformaciones, vas perdiendo mercados.
-¿Con qué otro tipo de países y a su vez otro tipo de variedades compite la Argentina en el mundo?
-Hay que entender que es somos un país muy vasto porque la diversidad que tenemos en materia de diferentes tipos de variedades de vino es enorme. Obviamente que el malbec es nuestra variedad emblema, es el más estudiado, el más plantado, más desarrollado y más exportado. Sigue siendo el rey. Pero desde los últimos años estamos trabajando en hablar de otras variedades como el cabernet sauvignon y franc, el chardonnay o todos los blancos, que están teniendo mucho desarrollo. Los mercados cada piden más vinos blancos.
-¿Y qué esté vinculado el terroir a la producción es un fenómeno puramente argentino? ¿Cómo es en otras partes del mundo?
-Hay una infinidad de posibilidades porque tal vez hay consumidores a los cuales no les interesa conocer tanto el origen del producto porque les interesa tomar una variedad en particular. A otros consumidores sí les interesa ese origen. Obviamente el ‘Viejo Mundo’ lleva la bandera porque llevan 300 años hablando de zonas, y no de varietales. En el ‘Nuevo Mundo’ se posicionaron más los varietales que la zona.
-¿Cuál es la estrategia entonces?
-Desde WOFA estamos en ese camino, el de hablar de la zona y el varietal.
-¿Cuál es el anclaje con el enoturismo?
-Es una gran puerta de entrada. Ya hay 18 provincias argentinas donde sus viñedos están reconocidos oficialmente por el INV. Y eso está linkeado no solo a lo exportable, sino claramente a ese enoturismo. Es una gran unidad de negocios que llegó para quedarse. El consumidor que te visita es un gran embajador después.
-¿Y además del Valle de Uco mendocino, les consultan por otros lugares argentinos en el exterior?
-Sí, por supuesto. Dentro de lo que es el imaginario de consumidores que ya saben que Argentina hace vino, y eso hay que hay que tenerlo claro porque hay un montón de países que llevan mucho más tiempo en exportación y trabajando su posicionamiento, hay una idea muy clara acerca de zonas como la Patagonia. También de los Valles Calchaquíes y los desarrollos de San Juan, como Calingasta o el Valle de Pedernal, que ya tiene su camino recorrido.
-En el mundo viene bajando el consumo de vino, en el mismo contexto en el cual se observa este entusiasmo en nuestro país. ¿Cómo se complementa eso? ¿Cuál es tu teoría al respecto?
-No hay una sola causa, es multicausal. Lo que vemos es que en los principales mercados se consume menor volumen, de mayor calidad. Vamos hacia un escenario de ‘premiumización’ del consumo. Las nuevas generaciones tienen otras dinámicas para acercarse al alcohol, no es solamente un problema del vino. Sumado a las situaciones económicas de mercados importantes, con amenazas de recesión, inflación. Eso ha impactado.
-¿Y qué es lo que sigue?
-Vamos a un escenario donde no va a crecer el consumo pero sí los efectos de precios de ese vino que se consume.
-¿Esa ‘premiumización’ no puede ser riesgosa para algunas partes de la cadena? ¿Es irreversible el proceso?
-Nada es irreversible. En la pandemia creíamos que la venta de vino online había llegado para quedarse a tasas de dos dígitos de crecimiento, pero terminó la pandemia y se estabilizó. No podemos decir que algo sea irreversible. Sí puedo decir que todos los estudios que estamos viendo hablan de esta moderación.
Vinos desalcoholizados: “Queremos terminar con el mito de que no son un vino”
-Otro de los debates está situado en torno a los vinos desalcoholizados. ¿Es demostrable la demanda externa de ese tipo de vinos?
-Sí, ya en los últimos cuatro años hemos visto en las últimas ferias del mundo, la sección de vinos desalcoholizados o de baja graduación tienen mucha presencia y los principales productores de vino a nivel mundial ya han desembarcado con sus productos para este segmento del mercado. La tendencia es de subida y se espera que siga creciendo y se genere un mercado consolidado.
-¿Hay resistencia cultural, también?
-Bueno, eso siempre. El cambio siempre generará resistencias. Pero hay que adaptarse. Así como nos habituamos a hablar sobre el cambio climático. Hay que adaptarse a las nuevas tendencias.