Pesa 130 kilos, sufrió bullying por su físico, pero se convirtió en la revelación de la definición del básquet universitario en Estados Unidos
Por esta fecha, durante la famosa Locura de Marzo, siempre aparece un hombre del momento, alguien que pocos tienen en los planes y, de repente, explota en los días más importantes del básquet universitario. Habitualmente es un obrero que se viste de estrella. Y de héroe. Alguien que pocos tenían en los planes para ponerse esa ropa justo en el tiempo de definición de la NCAA, el torneo que arranca con 350 facultades en el máximo nivel y en este mes todo se define con un cuadro de 68. Este lunes se coronó al campeón, en Phoenix (Arizona), y hasta el cuadrangular final llegó una facultad que pocos esperaban (North Carolina State) y con una figura en la que nadie creía. Hablamos de DJ Burns, un jugador poco convencional, con un físico que está muy lejos de lo que estamos acostumbrados en la élite. Un verdadero ropero de 130 kilos que parece lento, sin estado físico, pero que viene siendo la Cenicienta, despertando elogios y admiración de muchos, incluyendo Nikola Jokic, otro que brilla como nadie sin el físico que muchos creen que hay que tener para ser de lo mejor del básquet mundial….
Nadie pensaba que NC State podía estar en esta instancia, más cuando su irregular campaña (marca de 17-14) lo obligó a tener que ganar conferencia, la potente ACC, para llegar a esta definición que paraliza al mundo del básquet en USA, por la importancia que tiene allá el deporte universitario. Los Wolfpack pusieron en fila a rivales importantes como Louisville, Syracuse, Duke, Virginia y North Carolina para arribar a este F4. En estos 5 juegos, Burns promedió 15.2 puntos, 63% de campo, 4 rebotes y 3.4 asistencias.
La referencia es para un chico con una historia especial en el básquet universitario, que disputa nada menos que su sexto año en la NCAA y el segundo en NC State, luego de tener pasos por Tennessee y la pequeña facultad de Winthrop. Habitualmente son cuatro las temporadas que un jugador tiene en este torneo, pero en su camino pasaron tantas cosas que el camino se estiró a seis.
El primer año llegó tan excedido de peso a Tennessee que se lo perdió por tema médico. Y, si bien bajó de peso, no quiso quedarse y fue transferido a Winthrop, donde realmente se destacó siendo el novato del año en su conferencia. Promedió 12 puntos y 4 rebotes para llegar con otra confianza al segundo, donde volvió a jugar bien (10 puntos y 3.4 recobres) y así se ganó un lugar en el quinteto ideal All Big South. Fue cuando tomó coraje y se declaró elegible para el draft de la NBA 2021. Pero, cuando se dio cuenta que los equipos tenían más dudas que interés, volvió a la facultad para continuar su ascendente carrera, anotando hasta 30 puntos en un juego y siendo elegido el Mejor Jugador de la división.
En mayo del 2022, ya siendo un jugador importante, decidió transferirse a NC State, donde siguió su ascenso hasta brillar en esta Locura de Marzo, donde fue el MVP del torneo de su conferencia, la ACC, que fue ganada por los Wolfpack por primera vez en 37 años. Por su físico y estilo, ambos totalmente distintos a lo que se ve hoy en día, llamó la atención de todos. Es un interno no tan alto (2m08), pero sí muy corpulento que juega lento pero con una eficacia notable, sobre todo en el poste bajo, de espaldas al aro. Un estilo hoy en desuso, ya que se juega mucho de forma vertical, a las corridas, de frente y con mucho tiro de tres. Burns es de la vieja guardia. Un jugador muy similar a Zach Randolph, aquel ala pivote-pivote que en la NBA brillara en Memphis Grizzlies, con muchos fundamentos, movimientos de pies y su dureza física para atacar el canasto, bancando rivales fuertes.
Burns creció en Rock Hill, Carolina del Sur, bajo las directivas de sus padre Dwight y Takela, quienes aseguran que desde chico DJ tuvo la confianza, en su ser y en el juego, que vemos hoy. “Es eso y no arrogancia, como creen algunos”, acepta la madre. De chico, tenía dos pasiones: el básquet y el saxofón. Hasta la secundaria mantuvo ambas, hasta que se inclinó por el primero, la verdadera razón que le cambió la vida. “No es casualidad como juega. Lo hace a un ritmo como si estuviera escuchando música”, compara Takela.
En la secundaria se destacó siempre, especialmente cuando creció hasta los 2 metros cuando estaba en octavo grado (14 años). Promedió 13 puntos y 11 rebotes en su primer año, luego pasó a 14 y 8 en el segundo, manteniendo esos números en el tercero (14 y 10) para ganar el MVP de un torneo estatal.
Los padres aseguran que históricamente debió lidiar con comentarios negativos sobre su cuerpo. “Siempre hubo gente fea, negativa, pero él ha hecho un gran trabajo bloqueando toda esa energía. Nunca se desvió de su pasión y de su objetivo, que fue crecer y cumplir sus sueños”, contó la madre.
Y un día llegó. A la definición de un torneo nacional que mueve al país. Con un equipo que no era favorito. Y él a ser la figura de ese equipo, a ser el hombre del momento. No es poco para DJ.
Fuente: InfoBae